jueves, 20 de enero de 2011

ciao, come stai?


Fueron pasando los días, de forma insustancial, y el saber que no la iba a llamar dejó de ser  un sueño para ser cada día más y más realidad. Pero todo dio un cambio brusco a mitad de la semana, no se llamaron, ni se vieron, pero pasó algo que no fue del todo malo, comenzó como una de tantas conversaciones  de la siguiente forma:
-ella: ¡hola!
- el: ¡Buenas!
-ella: ¿qué tal?
-el: pues tirando, ¿y tú?




Pero termino siendo una de las conversaciones más interesante que ella había tenido vía ordenador, esa conversación la llevo a estar pegada a la pantalla del ordenador durante horas y horas, y casi sin darse cuenta eran las 2 de la mañana; hablaron largo y tendido durante más de 3 horas, de todos los temas posibles, sin ningún tipo de pudor ni tapujos ni vergüenza, esa vergüenza que les hace no saludarse cuando se ven por la calle.
Pero  la conversación, como todo en esta vida terminó, ambos tenían que madrugar al día siguiente y no era cuestión de pasarse toda la noche mirando a la pantalla, para al día siguiente parecer un zombi en sus respectivas responsabilidades. Él, seguramente, no se dio cuenta, pero para ella la conversación de ese día o más bien esa noche fue muy importante, ya que la situación pasaba al menos de ser simples “conocidos” a un poco más de eso, aunque la amistad no se forje en 3 horas ; pero el amor tampoco, aunque con esas 3 horas ya eran  más de 1200 las que habían transcurrido después de aquella noche fría de invierno que habían pasado juntos, y a ella con esas horas la bastaba para estar loca y perdidamente enamorada de él, apenas sin haberse visto si, habían hablado relativamente poco, si, ¿y qué? El amor no se puede retener, ni evitar, llega y ya está, aunque no fuese algo que a ella le hiciese mucha gracia, pero así era; por primera o quizás segunda vez en su vida ella estaba enamorada, a pesar de que jamás había tenido la intención de quererle, pues había una cosa que ella sabía a ciencia cierta, lo sabía en el fondo del estómago y en el tuétano de los huesos, lo sabía de la cabeza a los pies, lo sabía en la hondura de su pecho vacío...EL AMOR CONCEDE A LOS DEMÁS EL PODER PARA DESTRUIRTE.



A pesar de saber eso, y tener siempre esa frase en la mente, terminó cayendo en las garras del amor, y fueron pasando los días y los días hablando con él de vez en cuando, aunque todo hay que decirlo, no de forma tan intensa como aquella noche, la cual ella esperaba que se repitiese, y si fuese en persona mejor que mejor. Aunque para ello deberían saber dejar ambos su vergüenza a un lado. ¿Qué nos deparara finalmente esta relación? ¿Amor?, ¿odio? ¿Amistad? Solo el tiempo lo dirá.

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