jueves, 17 de febrero de 2011

No me hablen de paisajes si no han visto su cuerpo.


Ya sé de sobra que tiene esa sonrisa y esas maneras, y todo el remolino que forma en cada paso de gesto que da. Pero además le he visto serio, ser el mismo. Todo eso de que él puede llegar a ser ese puto único motivo de seguir vivo y a la mierda con la autodestrucción...Todo eso de que los besos de ciertas bocas saben mejor es un cuento que me sé desde el día que me dio dos besos y me dijo su nombre.

No sabes lo que es despertarse y que él se retuerza y bostece, luego te abrace y luego no sepas cómo deshacerte de todo el mundo. Así que supondrás que yo soy la primera que entiende, el que pierdas la cabeza por sus piernas y el sentido por sus palabras, y los huevos por un mínimo roce de mejilla. Que conozco su voz en formato susurro, y formato gemido y en formato secreto. Que me sé sus cicatrices, y el sitio que le tienes que tocar en el este de su pie izquierdo para conseguir que se ría, y me sé lo de sus rodillas...

Que no sólo conozco su última pesadilla, también las mil anteriores, y yo sí que no tengo cojones a decirle que no a nada, porque tengo más deudas con su espalda que las que nadie tendrá jamás con la luna, y mira que hay tontos enamorados en este mundo. Que sé la cara que pone cuando se deja ser completamente él, rendido a ese puto milagro que supone que exista.

Que razones tenemos todas. Pero yo, muchas más que vosotras.

Carlos Salem (modificado).

Diana Tejero Pérez.

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